Los racionalistas, con Descartes a la cabeza, hacen hueco a Dios en sus idearios, por lo que a menudo se les ha tacha de contradictorios. Superándolos, Kant (1724–1804) es el primero que asume que cuestiones como la existencia de Dios no son demostrables, aprehensibles por los sentidos, sino que están en otro nivel: son postulados de la razón práctica. ¿Qué significa esto? Frente a la razón teórica, que se ocupa de conocer cómo son las cosas, la razón práctica quiere saber cómo estas deben ser. Frente al reino de la naturaleza y del ser, Kant opone el de la moral y el deber ser. En esa dicotomía es donde se cuela la existencia de Dios: una existencia y una realidad que unifica el ser y el deber ser. Así, la contradicción presente en el mundo entre ser y deber hace necesaria la existencia divina, una entidad donde se unen ser y deber ser en armonía y felicidad perfectas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario